Vas, coges, agarras, acondicionas unas naves en Maliaño y contratas con Mango o Inditex la confección de unas prendas por menos dinero de lo que cuesta producirlas en el lejano Oriente. Bien, hasta aquí todo marcha, pero, de pronto, vamos y nos enteramos que en algunos lugares ya han empezado a confeccionar ropa con las impresoras 3D. ¡Horror! Toda la movida al carajo.
En dónde reside, pues, la tragedia. Muy sencillo: en los trabajos de bajo valor añadido. Cada vez habrá menos porque son los que más fácilmente se sustituyen con la tecnología. Y a ver qué patrón va a preferir negociar con obreros si lo puede hacer con una máquina. Porque, que se sepa, todavía no han surgido sindicatos de máquinas.
O sea que conviene identificar bien al enemigo antes de ponerse a pegar palos. Esta crisis actual no viene ni de los banqueros, ni de los políticos, ni de la corrupción, ni del envejecimiento de la población, ni de Cristo que lo fundó. Todos los problemas vienen del mismo sitio, se lo diré: Silicon Valey. Mientras en ese rincón del mundo, y otros por el estilo, haya unos cuantos tipos con cabezas privilegiadas venga y dale a los números, todo lo demás no puede sino andar de culo.
Así que procuren que nadie les siga engañando. No hagan caso a todas esas ONGs que cada año nos alertan de la grieta cada vez mayor entre ricos y pobres porque la cuestión no es esa. El 3% de la población, dicen, detenta el 80% de la riqueza. Y a mí que me importa si tengo las necesidades básicas cubiertas. Es que puede comer y fornicar más un rico que uno como yo. No, todas esas estadísticas son una pura mandanga. La realidad es otra mucho más exagerada en términos proporcionales: es menos de un 1% el que está en posesión del 99% del conocimiento que hace trepidar al mundo. Todo lo demás son cuentos de la China. Se haga lo que se haga hasta que no se atempere esta furia innovadora que recorre el mundo el ordenamiento social será una tarea imposible. Así que yo, personalmente, no veo otra solución que no pase por empezar a cargarse a todos los empollones.
Vale. Voy a esconder los libros por si acaso...
ResponderEliminarDe momento no hace falta. Falta mucho para que la gente caiga en la cuenta de donde salen las cosas.
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