De todas formas, de haber estado en la situación de Rajoy, yo hubiese cogido, agarrado mis notas para andar por casa y hubiese leído al respetable: "La moral... ¿donde creéis que tiene sus más peligrosos, más rencorosos defensores?... He aquí un fracasado que no posee suficiente espíritu para sentirse satisfecho de lo que tiene, y que no obstante ha recibido suficiente cultura para saberlo; se aburre, siente hastío de sí mismo, se desprecia; para colmo, desposeído por una pequeña herencia del consuelo supremo, de "la bendición del trabajo", del olvido de sí mismo en la "tarea cotidiana", es un ser que, en el fondo, siente vergüenza de su existencia -tal vez, bajo su más profunda cara, alberga algún pequeño vicio en lo más recóndito de su alma; por otra parte, no puede impedir corromperse cada vez más, volverse siempre más irritable y vanidoso debido a lecturas a las que no tiene derecho, o a frecuentar personas demasiado intelectuales para su capacidad digestiva: envenenado hasta la médula-, ya que para un fracasado de esta estirpe el espíritu es veneno, y veneno también la cultura, la soledad y la propiedad; se hunde finalmente en un estado de rencor, en un deseo crónico de vengarse... ¿De qué crees que tiene necesidad, absoluta necesidad, para conservar frente a sí mismo una apariencia de superioridad sobre espíritus más fuertes que el suyo, para darse, por lo menos en la imaginación, la voluptuosidad de la venganza lograda? De la moralidad, siempre de ella..."
Supongo que ya habrán olfateado la procedencia nietzscheana de la arenga. Los clásicos siempre tienen la respuesta más adecuada. Porque es que ya está bien de dar la vara con la dichosa corrupción. ¿Me puede decir alguien cuándo ha habido menos de la que hay hoy día? O es que el personal no ha entendido nada de todo el cine de Hollywood que ha visto ni de toda la literatura negra -no hay otra- que ha leído ni, yo qué sé... quiten la corrupción -llámenlo malestar- como inspiradora de la producción intelectual y el arte y nos toparemos con esta especie de parálisis creativa que nos acecha en la actualidad, precisamente por eso, porque no hay nada realmente serio de lo que preocuparse. ¿O creen ustedes que todos los servicios e Instituciones en general iban a funcionar como funcionan si existiese esa corrupción que tanto se insiste en pregonar? Lo que hay, de eso estén bien seguros, son cantidades ingentes de puto aburrimiento a causa de "estar desposeídos por una pequeña herencia del consuelo supremo". Hemos heredado una sociedad que nos permite vivir seguros sin casi pegar clavo... una verdadera penitencia. Ya saben, todo en la vida es paradójico.
Por lo demás, sí, siempre habrá gente poco dotada que da en creer que los listos ascienden por atajos. Son atajos con cierto riesgo, por supuesto, pero del que es fácil olvidarse en la euforia del rápido avance. Así ha sido siempre y así seguirá siendo porque los dioses persisten en su empeño de dotar al mundo de un cierto porcentaje de gente poco dotada que avanza rápida para primero caer por el precipicio. ¿Por qué será? Quizá porque el mundo necesita de esa sal para no morir de insipidez.
No hay comentarios:
Publicar un comentario