Un poco de esto comentaba el otro día con Pedro M. al que me encontré al mediodía sentado en un banco del Paseo Marítimo. Así fue que llegamos a la conclusión de que es más saludable y entretenido dedicarse a lo que sí se puede saber la solución: los problemas matemáticos; los acertijos. Entonces me propuso uno que le había propuesto a él un colega que conoció cuando trabajó en Portugal. El de las doce monedas de entre las cuales hay una defectuosa que hay que encontrar con sólo tres pesadas. Según me confesó a él le había costado más de año y medio resolverlo. Yo no he tenido paciencia porque me he pasado ya dos noches con pesadillas de tanto darle vueltas en la cabeza. Así que no eran todavía las cinco esta mañana que no he podido más, me he levantado y he investigado en la red y ya tengo descubiertos dos procedimientos para resolverlo a cual más ingenioso. Desde luego que yo, ni así hubiese estado mil años dándole al coco, hubiera dado con la solución.
En resumidas cuentas, que hay que hacer lo que sea necesario para evadirse de esta sobreinformación sobre la nada que parece que tiene loca a media humanidad. Yo, ya lo he dicho mil veces, con saber como evoluciona la bolsa se sabe todo. Mientras suba o este razonablemente estable, zapatero a tus zapatos. Si baja sin parar, pon a buen recaudo lo que tengas a la espera de mejores tiempos. Eso es todo. Y mientras tanto: nos vamos de excursión.
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